martes, 13 de julio de 2010

Congestión literaria.

Leí un libro cuya introducción /advertencia era tan extensa como mis ganas de ignorarla. Ya que en cambio sí leí la novela (?), quizás eso me habilite para hacer mi propia interpretación sobre las verdaderas intenciones e inspiración detrás de ella:

Un día Julio Cortázar estaba orinando cuando pasó frente a él (o quizás a un lado) el antojo fugaz de darse una mamada a sí mismo.

Tras comprender después de varios intentos y tortícolis, que le resultaba imposible, fue y escribió Rayuela. Esto, claro, fue un acto de genialidad insuperable. (Tal vez por James Joyce; pero él es conocido por su pene de medio metro)

La trama de la novela no tiene ninguna importancia; no sucede mucho y podría haber pasado cualquier otra cosa.

De inicio te ataca sobrecogedora cantidad de reflexiones (dentro (dentro de reflexiones) de reflexiones) todas descuartizadas y enormes tramos de filosofía y metafísica finalizadas con un confuso y casi fuera de lugar “dijo Horacio”. Debo decir que es un gran libro y un libro grande. Me hubiera encantado poder leerlo con un marcador.

No sé si me lo imagino pero a medio camino de Rayuela hasta mis axilas huelen más intelectuales. Cortázar describió un mundo pesadísimo donde todos se hablaban en metáforas crípticas adornadas con oscuras referencias y se entendían a un punto telepático (salvo alguna mujer boba, lector-hembra, y me trago mi indignación femenina para seguir leyendo*), no trabajaban, escuchaban jazz y organizaban tremendas orgías literarias... en París. No se puede ser más intelectual que eso ni aunque se usara una boina.

La idea principal de la novela es que se asemeje lo más posible a un cubo Rubik surrealista que intentas resolver sin soltar hasta que le das una patada y lo mandas al fondo del armario porque te ha dejado ver como un imbécil.

Por supuesto que es un libro a veces frustrante, sobre todo cuando el autor lo sabe y te lo echa en cara.
“Escritura demótica para el lector-hembra pasivo (que por lo demás no pasará de las primeras páginas rudamente perdido y escandalizado, maldiciendo lo que le costo el libro)..." capítulo 79

Otraz vezes grasyozo... si a uno le agradan ese tipo de cosas. Suerte para mí.

Incluso si se lee Rayuela como una broma descarada (Andy Kauffman, o quizás Andy Dick) o una fuente inagotable para ensayos interpretativos, no puedes evitar sentir algo de complicidad con el autor. Sí, sí, yo también entiendo el chiste. O quizás la idea era escribir algo casi infumable sólo para ver quien seguía atento al final.

Rayuela es un juego (duh) o algo parecido a un montón de rayas en la banqueta. Me recuerda a Woody Allen en una entrevista. Yo dirijo un filme y me sale así como siempre, terrible. Luego voy al estudio de edición y pongo el final a la mitad, la mitad al principio, el principio al final. Lo próximo que sabes, soy un genio. Parafraseando o algo peor.

Un diálogo a la mitad del libro describe mejor cómo me siento.

- “Esta bruta ha tirado un huevo hermosísimo a la basura”.
- “Estaba podrido!”.

Para quienes hayan leído cuentos de Cortázar quizás prefieran quedarse con esa idea. Sin embargo les recomiendo que si quieren leer este libro se lo tomen con calma. 


*La que le ha de haber llovido en su casa con su señora.