martes, 22 de septiembre de 2009

Esa misteriosa figura que se hace llamar Mashandy

Nadie me llama Mashandy.
Realmente espero que no lo hagan, ese no es mi nombre.

Ya me he encontrado a gente que se hace de un apodo y luego intenta obligar a todos sus conocidos a usarlo. "Que tal, de ahora en adelante soy El Papirris y me cae que no volteo si no me dicen El Papirris.. a ver repitan conmigo: Hola Papirris!..." A esas personas se les debería de prohibir portar cualquier nombre en absoluto.

A mi me llamaron en honor a una linda maestra de preescolar que se apellidaba Froebel. Luego me pusieron un segundo nombre cuando mi madre perdió una apuesta algo tétrica. Al fin que es un nombre y lo iba yo a necesitar. Y me gusta, cumple su función.

Fui Mashandy por primera vez en secundaria cuando improvisábamos un comercial para una clase. Yo debía ser la psíquica que anunciaba su servicios de lectura del tarot, exorcismos y cambios de sexo, entre otras cosas.
Luego empecé a usarlo de seudónimo siempre que no quisiera dar mi nombre. Lo mejor de todo era que Mashandy estaba bastante disponible en Internet (ya no tanto, porque ahora lo uso yo).

Sería gracioso que alguien se haya llegado a preguntar "¿Quién es esa misteriosa figura que se hace llamar Mashandy?" Luego se diera cuenta de inmediato que soy sólo yo y se desilusionara tremendamente. Sí. Hilarante.

No es que tenga problemas con mi nombre real, o de identidad.

Eso tampoco quiere decir que no haya entrado en eso de jugar a ser alguien mas en internet. Por un tiempo jugué a ser Ana, la prostituta chilena.

Mashandy, tristemente para una persona que se dedica a inventarlas, no tiene ninguna historia.

De ser alguien real me la imagino como una mujer grande y oscura, casi azulada. Vive en una casita de una habitación a la mitad de una sabana. Con un par de plantas trepadoras creciendo en su patio y un perro viejo. No es una persona complicada, y estoy segura que no le molestaría saber que he robado su nombre para escribirlo al final de unos párrafos mal armados.

Tener un nombre distintivo es útil pero está sobrevaluado. El dia que alguien en la calle se me acerque para preguntarme "sos mashandy??" me dejaré de llamar Papirris.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Dos tercios "señorita".

Entre muchas otras cosas, soy repartidora.

Es el trabajo ideal en verano cuando no tienes aire acondicionado y los carros tienden a descomponerse por la pura carrilla. El aire caliente en la cara, el tráfico y un sentimiento constante de que en cualquier momento te quedarás sin gasolina. Bellísimo, como de documental.

A veces también llevo a la niña, que se vaya ambientando.

Hay una casa a la que reparto cada dos o tres semanas. Ahí viven un hombre como de sesenta con una señora mas bien cuarentona. Son una pareja muy alegre, no están casados. Ella fue su secretaria hace muchos años hasta que se enamoraron. Asi que el hombre dejó a la esposa y los hijos para fugarse con ella. Típica historia.

La primera vez que fui a su casa me asusté un poco. Me abrieron la puerta muy amables, luego me hicieron pasar hasta la cocina y casi querían que les abriera el refrigerador y acomodara el interior para que hubiera espacio para el pastel que llevaba. Pero ya me acostumbré.

El verdadero problema es al momento de pagarme, porque puedo ver que la señora sufre de un dilema moral. Se dirige a su esposo con la manita estirada.

-"Amor, dame para pagarle a la... ¿seño--ra?"
Yo pienso Señorita!, pero sólo asiento con la cabeza.
Siempre me pregunta lo mismo. Y yo siempre me voy de ahí sin estar segura si debería estar indignada o qué.

Después de mucho pensarlo he llegado a la conclusión de que para llamar a una mujer Señora se deben tomar en cuenta tres posibles razones.
La religiosa, que a mi parecer es la razón oculta para que existan las dos siguientes, en la que desde el momento que dejas de ser virgen, pierdes el título de Srita.
La legal, que es cuando eres referida como Sra. en documentos legales al estar o haber estado casada en algún punto.
La social, en la que, por cuestiones de sentido común, al llegar a cierta edad dejas de ser llamada Srita. por la gente, sin importar que no cumplas con las dos primeras razones. [Tengo una tía de 78 años que insiste en ser llamada Señorita presumiendo, a quien se deje, que se conserva casta... tiene que ser verdad.]

Por mi parte cumplo con dos de tres razones para seguir siendo llamada Señorita, y creo que lo que me incomoda un poco es que la mujer sólo se haya fijado en la primera razón (aunque sea una razón muy notoria de 3 años que me llama Mamá) que es algo, pues, privada.

Yo podría decir que soy Señorita por mayoría. No es que sea dos tercios virgen ..(¿alguien dijo balconazo?).. En fin.