sábado, 4 de septiembre de 2010

Dinámica de lavado de platos

“Creo que ayer morí por un momento” dijo Paulino mientras secaba los platos y los guardaba después en los entrepaños.

A menudo hacía comentarios desatinados en medio de conversaciones que nada tenían que ver y siempre que un silencio se acercaba demasiado a dominar una habitación, Paulino soltaba alguna palabra, un enunciado. Lo que fuera que estuviera pasando por su mente en ese momento, aunque eso resultara muchas veces en frases incompletas, a medio comenzar.

Hablaba de todo siempre en tono monótono y por lo mismo a la gente le costaba trabajo saber cuándo Paulino hablaba en serio o no. Para Dorina, que lo conocía bien, aquello no era problema. Paulino jamás bromeaba.

“¿Cómo dices?” le preguntó Dorina, tomada por sorpresa entre sus propios pensamientos. Ella lavaba los platos.

“¿Sabías que hay aire acondicionado en el infierno?”

Dorina dejó la taza enjabonada en el fregadero y miró a Paulino por unos segundos, perpleja.

“¿Habrá calefacción en el cielo entones?” le preguntó al fin.

“Supongo.”

Dorina volvió a su taza algo inconforme.

“Yo fui a la escuela con una chica que tuvo un accidente en su auto. Dicen que estuvo muerta por dos minutos. Desde entonces siempre tenía frío.”

“¿Amiga tuya?” le preguntó Paulino desde el otro lado de la cocina, más interesado ahora en secar cada hendidura de un colador.

“Era una cabrona.”

No hay comentarios: