domingo, 17 de julio de 2016

ROCÍO


En la vida tenemos la maravillosa oportunidad de escribir nuestras propias historias. Versiones de esos cuentos con finales felices y maldiciones inquebrantables que consumimos por años pero que no son verdad. He tenido la suerte de verlo muchas veces, algunas historias un poco menos tradicionales que otras.  Me he dado cuenta también de que por más extraordinaria que sea la ficción, no logra capturar todas las tonalidades y posibilidades de la vida.
Una de esas historias hermosas e improbables ocurrió en mi familia y empezó a la vez muy tarde y muy temprano. Pero a fin de cuentas sucedió justo cuando debía suceder.
Cuando conoció a Rocío, mi padre tenía poco tiempo de haber pasado de príncipe azul a rey de la casa. Trabajaron juntos por un tiempo y fue todo. En ese entonces ambos estaban a la mitad de su propia historia, pero quedó en ambos una buena impresión que permaneció. La princesa y el rey se habían conocido.
Tal como suele suceder en la vida real, la historia de mis padres dio un giro muchos años después cuando decidieron separarse. Las cosas en ese entonces estaban algo lejos del felices por siempre, pero por suerte no fue así por mucho. Debo enfatizar que en realidad la suerte fue un ingrediente importante aquí cuando Rocío y mi papá se reencontraron en la calle un día común. En verdad habían pasado muchos años sin verse y justo ahora coincidían cuando ambos se necesitaban. Para entonces la historia de Rocío también se había desarrollado, ahora tenía tres hijos y también estaba separada. Esta sería una familia de seis hijos. Nada fácil, pero lo fácil no tiene chiste.
Creo que de Rocío siempre me sorprendió su nivel de energía, que a la vez le transmite a mi papá. Y lo curioso aquí, lo que no te dicen en los cuentos, es que se necesita un tipo muy especial de mujer para ser “la madrastra”. Hay que ser tenaz, incluso obstinada, para llegar a un hogar donde los hijos ya no son niños y asumir el rol de madre sin reemplazar a nadie. Hay que tener la paciencia para dar toneladas de amor y recibirlo a gotas para crear lazos entre dos familias sin ponerse del lado de nadie. Hay que tener la inteligencia de callar mucho aun cuando es evidente que se sufre, porque se ama y se trabaja como madre pero se le agradece a veces apenas como amiga. Afortunadamente para nosotros, Rocío ha sido esa mujer.

Hoy es tu cumpleaños Rocío, y más que felicitarte quiero agradecer el trabajo que has hecho por unir a dos familias que en un principio parecían muy distintas. Por darle un codazo a mi papá de vez en cuando para que recuerde cosas como los cumpleaños. Gracias por ser mamá para todos por igual. Por cuidarnos a todos, compartir nuestra locura y tenernos siempre presentes. Muchas gracias, sobre todo, por jamás darte por vencida con nosotros.

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