miércoles, 8 de abril de 2009

Dos horas para el fin del mundo

Estoy aquí... aunque en realidad estoy acá, pero de eso no pueden estar seguros ustedes. (¿A quién coño me dirijo?)
Me iré a la playa este fin, me llevaré a ella. Por más que trato de convencerme de que será divertido, no puedo evitar toparme con la imagen mental de ese traje de baño que no me sienta nada bien. Quizás será mejor usar una bolsa de papas y enterrarme en la arena.
Con suerte tendré tiempo de tranquilidad junto a una pluma y un cuaderno, con la pila de trastes sucios a kilómetros de distancia.
Estaba pensando escribir una serie de cuentos cortos con el titulo tentativo de "Cuentos cortos de realidades tergiversas" que solo es tentativo porque me recuerda de que deben tratar dichos cuentos, pero no lo usaría... jamás.
Así solito suena bastante arrogante. Luego la palabra tergiversar, ni siquiera sabía pronunciarla bien (a pesar de saber lo que significa, creo que gracias a Televisa) y todavía me tardo media hora escribiéndola correctamente. Pero es exactamente lo que quiero decir y me causa nauseas no encontrar palabras más usuales.
Si he de tener un estilo, es no escribir nada que no diría en un día cualquiera, ni nada que no leería si alguien mas lo hubiera escrito. A menudo rompo mis propias reglas, como ese titulo, como este post.
Como aquel poema ridículo (con rimas y todo) que escribí un día y tuve la valentía de pegar en la pared de mi cuarto. Claro que se trataba de amor! No hay nada más ridículo que eso.


Hora y media para el fin del mundo, ¿debería usar ropa interior limpia?

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