Hablando de perversiones del gusto, la estética y otras finuras; yo tengo cierta pasión por las cosas terriblemente aburridas. Debo confesar, aunque a veces es demasiado obvio.
Será quizás un acto de auto-adulación comparativa, en realidad no lo sé.
Hoy fui a la conferencia sobre derechos de autor. Hablar sobre procedimientos legales puede sonar tedioso pero yo me divertí muchísimo. Además, la plática era más bien un foro de preguntas abiertas donde un pobre sujeto corría por toda la sala pasando el micrófono.
A decir verdad no tengo mucho conocimiento en derechos de autor pero cualquier duda al respecto, en mi caso, la pude haber contestado en Google. No fue lo mismo para las cincuenta o más personas que estaban ahí con serias, complicadas y confusas preguntas.
Por ellas fui. Escritores, cantautores, diseñadores, ingenieros, etc.
Tal vez suene a que me gusta ir a burlarme de la gente, pero aunque si me reí de algunos personajes (generalmente de cómo se enredaban al hacer preguntas jurídicas), la verdad me quedé más impresionada con la inteligencia de otros.
Dos casos notorios:
Junto a mí se sentó una muchacha muy linda que tomaba muchas notas. Ella comentó que tenía un año intentando registrar un objeto, pero que no podía porque tenía aplicación industrial y comercial pero a la vez era artístico. Cuando le pidieron que especificara que clase de proyecto era, dijo que no podía hablar de eso. Como inicio de película de espías.
Luego, cuando me preguntaba a mí misma si acaso estaría en el derecho de registrar el círculo como figura geométrica de mi propiedad, un hombrecillo algo maduro pidió el micrófono. El había tardado casi toda su vida en crear lo increíble. Una figura geométrica que nadie había descubierto y que tiene (exactamente) 1,500 aplicaciones, pequeña, de fácil comercialización… y algo sobre fichas de dominó que no entendí.
Por dios… qué se sentirá ser tan genial.
Le quise agradecer a Tony Takashi (Tacacci) que estaba ahí con su camarita, pero creo que no lo entendió.
“¿Y tú qué quieres registrar?”
“Nada”
“¿Entonces a qué viniste?”
A divertirme, ¿no es obvio?
Ah y claro, ahí estaba Gabriel Trujillo (como siempre, el muy omnipresente) con su increíblemente molesta y gangosa voz, intentando regañar a los expositores por ignorantes. Aguafiestas.
1 comentario:
¿Gabriel Trujillo? Hace tanto tiempo que no lo veo en ninguna parte. Ya no es tan omnipresente como antes, snif...
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