lunes, 31 de agosto de 2009

Eso que haces.

Cuando lo conocí, sin mucha diferencia actualmente, yo era una imbécil.
Los amigos no me dejaran mentir. Mi estado de completa idiotez enamorada no me permitía verle mas defectos que el obvio tartamudeo (y la incapacidad de leer mis pensamientos), excepto cuando se le ocurrió encender un cigarro.

Bueno, nadie es perfecto.

Debe ser porque nunca me llegó la idea de que fumar era una cosa varonil y sofisticada.
En mi familia sólo las mujeres fuman. Y lo hacen como sino hubiera mañana.
Entonces, para mí, ver a un hombre fumando me parecía algo descomunal. Excepto si eres vaquero. A la fecha no lo entiendo, pero ya no me sorprende tanto.
Cada que intento analizarlo mejor no me puedo quitar de la mente que ahí esta ese grupo de hombres de pie, chupando palitos, escupiendo humo apestoso, sintiéndose muy cool.
Habiendo mejores cosas que meterse a la boca, pero en fin.

Con todo eso en mente, me acerque para decirle. Claro que sólo recibí una cara de "no me gustas TANTO eh". Entendido el punto.

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