domingo, 2 de noviembre de 2008

Un día de muertos como hoy...

...pero hace dos años, vomité encima de un muertito. Aclaro que ya era un muertito, no un muerto, por que ya tenía mucho rato de enterrado.

Mi espiritú aventurero nunca ha funcionado bien y ese día me dirigió al panteón de la carretera a San Felipe, en pleno Día de Muertos, con un calorón de 43, una multitud de sudorosos dolidos, y con 9 meses de embarazo nada disimulados encima de mí. Nunca había ido a un panteón en 2 de noviembre.... ah, adquirir experiencia duele.

Como me imaginé, llegamos después de una larga fila de carros. Mi abuela y su hermana se dedicaron a limpiar las tumbas de gente que nunca conocí, mientras mi sobrino buscaba al señor de los raspados. Todo en medio de una cacofonía de taka-takas y demás bandas típicas que hacían su quincena ahí.

Yo me empecé a sentir mal, así que me di una vuelta. No recuerdo muy bien cómo pero terminé a tres centímetros de tocar el suelo. No por levitación. Mi prima (afortunadamente la única persona del grupo que no tenía más de 70 años, menos de 10 o estaba a unos días de dar a luz) me atrapó cuando estaba a punto de desmayarme.

Como siempre, hubo comedidos a la escena.

-"Que le pasa a la muchacha?" alguien borroso que pasaba por ahi.
-"Asf ighfun.... men" creo que dije yo, que en mi mente sonaba más bien a "se me bajó la presion, pero ahorita me pongo bien." O algo así.
-"Hay que darle una coca-cola (cura de todos lo malestares mundanos) para que se reponga"
Despues de un trago de soda caliente, me levanté y sonreí para que vieran que ya estaba bien. Mentiras.
-"Me voy a una sombrita."

Solo hay dos tipos de sombra en un panteón mexicalense:
Un arbolito. Aparentemente por ley sólo se puede poner un árbol pinchurriento (así como lo dije) cada dos hectáreas... o eso parece.
O una lápida. Preferiblemente de esas que son estilo mini-capillas.

Así que me acosté sobre una tumba con la cabeza adentro de la capilla. Y cuando pasó un policía en motocicleta para preguntarme si estaba bien, le respondí muy sinceramente vomitando encima de toda la tumba. Recuerdo que el difunto se llamaba Guadalupe.

Para aquellos que han sufrido alguna de vez de baja presión estarán de acuerdo conmigo que no importa lo que hagas, cuando te da un bajón no hay remedio alguno existente para hacerte sentir mejor... excepto, y sólo algunas veces, vomitar.

Y que bien me sentí!

Como estaba yo taaan pero taaan embarazada, el policia dijo que me mandaría a la ambulancia. Pero nunca llegó.

Cuando por fin llegué a la casa le conté a mi suegra que había ido al cementerio. A lo que me respondió muy seriamente:
-"Mijita no, las embarazadas no pueden ir a los panteones por que los espíritus le jalan el alma al bebé."

Mejor no le dije lo de la tumba de Don Guadalupe.

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