lunes, 9 de febrero de 2009

Fábula

En un pantano vivían varios insectos, como usualmente lo hacen. Entre ellos había un cienpiés al que le gustaba levantarse temprano, ponerse sus cien zapatos de tap y bailar muy ruidosamente.
Todos admiraban al cienpiés. Muchos insectos atravesaban en pantano para verlo bailar y a veces hasta los cocodrilos se asomaban. Tenía gran ritmo y en realidad era bueno para lo que hacía, y lo mejor de todo, es que lo hacía por mero gusto y sin que nadie se lo pidiera.
Un dia, cansada de no poder dormir, un araña que vivía junto al cienpiés decidió que era la última vez que aguantaba el escándalo. Esperó a que el cienpies terminara su baile y se le acercó muy sonriente.
"Hola cienpiés, no pude evitar escuchar tu baile y ahora que lo veo, estoy asombrada de lo bueno que eres"
"Muchas gracias araña" dijo el cienpiés algo apenado
"En realidad me gustaría bailar como tú, pero tengo una pregunta... ¿Empiezas con la décima pata del lado izquierdo y luego sigues con la primera del lado derecho, o primero doblas un poco la quinta pata del lado derecho para después dar una patada con la vigésima del lado izquierdo?"
El cienpiés nunca había pensado en eso, hasta ahora que la araña se lo preguntaba. Y en verdad no sabia qué era lo que hacia con qué pie. Él sólo bailaba.
Lo pensó toda la noche, y así a la mañana siguiente, cuando salió a bailar la araña estaba en la primera fila. El cienpiés intentó bailar, pero por mas que lo intentó solamente se tropezaba, porque ahora cada que daba un paso, no podía evitar analizarlo. ¿Estaré empezando con la décima pata del lado izquierdo y luego siguiendo con la primera del lado derecho...?
Después de la fallida presentación de esa mañana, el cienpiés no volvió a bailar para nadie más que para él mismo.

O creo que así va.

Me siento un poco como el cienpiés hoy. Así que me daré un breve descanso hasta que me deje de importar.

No hay comentarios: